Mujer_con_sombrilla_en_un_jardin

Pinceladas del impresionismo

El impresionismo en Bilbao a través de Renoir

Lleva ya un par de meses y aun nos queda otro más, (hasta el 15 de mayo) para disfrutar de esta excepcional muestra, titulada, Renoir: Intimidad, en el museo BB.AA. de Bilbao. En ella, han reunido obras de todas sus épocas, y nos hacen un excelente repaso de su trayectoria pictórica.

Algo que gusta a todos, no solo a los peques, es la reproducción táctil guiada para experimentar la pintura que encabeza el post, titulada «mujer con sombrilla en un jardín» con todos los sentidos. Os recomiendo no perderosla.

Este finde pasado he ido a verla, sí, ya sé que he tardado… Y después de los comentarios recibidos en las clases, de mis alumnos, y la interacción vista in situ. Puedo resumir que en general es una exposición que gusta. Creo que esto se debe, y es una opinión personal, a muchas causas. Entre las principales, que el impresionismo es figurativo, pero a diferencia de épocas anteriores no representa escenas «tan atadas» y sujetas a normas, sino algo más fresco, y desenfadado, lo que hace que nos sintamos más atraídos y con ganas de interaccionar con los cuadros.

Este estilo desenfadado es una de las características principales del impresionismo. Y en parte, es debido a la necesidad que tenían los pintores de correr para captar el momento. Ya que, habitualmente representaban momentos efímeros, sobretodo de la naturaleza, amaneceres y atardeceres, el mar, reuniones en parques… en los cuales la luz cambiante y el movimiento de sus protagonistas les obligaba a acelerar sus procesos pictóricos. Dejando las obras resueltas en mucho menos tiempo que como se hacía tradicionalmente.

Otra de las razones por las que nos sentimos atraídos por estas pinturas es la fuerza del color. Y esto lo consiguen con dos métodos diferentes, y muy característicos del movimiento. El primero es el uso de colores puros, evitando el negro y consiguiendo sombras más luminosas con los tonos violetas. Y el segundo aplicarlos directamente al lienzo, para en vez de mezclarlos en la paleta, unirlos a través de los golpes del pincel.

En esta exposición de Renoir, todo esto que he comentado es muy evidente en los paisajes. Pero algo menos en la parte más intimista de su obra, los retratos. Aunque en sí mismos, ya cumplen con el requisito de lo efímero. Porque en su mayoría representan acciones cotidianas y personales de los retratados, que nos permiten verles en sus actividades privadas.

Como nota para fijarse en la exposición, diré que alguno de los cuadros no están preparados. Y con esto me refiero a que Renoir pintó directamente sobre la tela, sin una base de imprimación que asiente la pintura y proteja la tela. ¡A ver si eres capaz de localizarlos!